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domingo, 24 de agosto de 2014

Violencia sexual y aborto


La violencia sexual es, desde la infancia, una constante en la vida de las mujeres. Las niñas son abusadas, invadidos sus cuerpos por padres, tíos, conviviente de la madre, conocidos dela familia y desconocidos, en relaciones donde el abuso de poder es evidente.
El embarazo no deseado producto de una violación, tiene graves consecuencias sobre la salud física, ginecológica y mental de las víctimas. Además de los traumatismos físicos, que pueden ser leves o severos; las mujeres violadas corren el riesgo de adquirir infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH, hepatitis B o C, sufrir Síndrome Postraumático, de duración variable y que está caracterizado por el recuerdo de la escena de la violación, pesadillas, ideas recurrentes, sentimientos de parálisis, aislamiento autoimpuesto, entre otras que pueden llegar a ocasionar homicidio o suicidio.
Existe la idea que no se producen embarazos en las mujeres violadas, lo cual desde la simple lógica elemental de quien sabe que el eyacular en la vagina de una mujer puede generar un embarazo, nos lleva a rechazar esta idea. Existen estudios que reportan una frecuencia de embarazos entre 10 y 30% en las mujeres violadas.
Cuando se ha producido un embarazo producto de una violación, es frecuente el rechazo de la mujer hacia el embarazo, y en ocasiones la mujer demanda la interrupción de ese embarazo como una precondición para asumir o aceptar un proceso de rehabilitación posterior.
Los estados no respetan sus mismas legislaciones y producto de la insistencia de grupos conservadores inciden de manera perversa y cruel en casos en los cuales se debía haber respetado la petición de la mujer cuando ha sido violada. Tal es el caso Paulina del Carmen Jacinto Ramírez, niña mexicana de trece años de edad, violada por un malhechor adicto a la heroína quien la viola, delante de la hermana y de sus dos hijos de 5 y 2 años. Al diagnosticar el embarazo, la doctora que la examina informa a la madre del estado de su hija y le dice que tiene derecho a un aborto, pues es legal y le dice que ella está dispuesta a hacerlo, con la debida autorización del organismo competente.
El ministerio público autoriza el aborto y dispone que sólo los servicios de salud estatales pueden realizarlo.
La intervención para interrumpir este embarazo nunca se realizó, la niña fue visitada por dos mujeres, que le plantearon no interrumpir su embarazo y que de hacerlo sería excomulgada. El director del hospital minutos antes de realizar la intervención en una reunión privada le informó a la madre que la intervención podría causarle la muerte o dejar estéril a la niña. La madre responde al médico diciéndole: “ojalá no les pase esto a ustedes y si lo que querían era meterme miedo, lo lograron; yo no quiero que mi hija se muera.
¿Por qué no me habían explicado esto desde el principio y hasta ahora me lo dicen? La madre y la niña no autorizan la intervención luego de recibir esta información.
En este caso, pudo más la presión de los grupos provida y la persuasión de los médicos, que la acción legal del Ministerio Público quien conminó varias veces al hospital y sus directivos a realizar la intervención.
El 13 de Abril del 2000, Paulina da a luz por cesárea a un niño y el 3 de mayo del mismo año declara lo siguiente en el semanario mayor de Mexicali: “Mienten quienes dicen que desistí de abortar, lo aceptamos sólo cuando nos asustaron, cuando me dijeron que me iba a morir de una hemorragia”. Y agrega. “Hasta el obispo miente porque yo nunca me desistí, sólo aceptamos cuando el director del hospital me dijo que por una hemorragia que no se pudiera parar yo me iba a morir, por eso me desistí con mi mamá; no es que de mí haya salido, que me haya desistido sola. Fue el miedo que nos metieron ellos, por lo que desistí.”
Casos como el de Paulina no sólo la afectan a ella, lesionan y vulneran a la madre y a la familia, pues en este caso su violación fue presenciada por su hermana y sus sobrinos, sin mencionar el proceso legal doloroso que vivieron posteriormente.
“La tortura que significa un embarazo impuesto tal vez forme parte de lo indecible, de lo inenarrable, del grito. La violación y el embarazo forzado son tácticas habituales de guerra contra las mujeres. Y en tiempos de supuesta paz, están todas las Paulinas, de todas las edades y condiciones. Son tantas, tan comunes que ya ni pensamos en ellas. Y siguen siendo invisibles porque vivimos en una sociedad en la que no hay cultura de la denuncia. No se cree en el sistema de justicia; muchas veces se desconoce que se tiene derechos.”

file:///C:/Users/t2003/Downloads/derechos-reproductivos.pdf

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